El estado y la evolución de las lesiones derivadas de un accidente dependen en gran parte de la rapidez y de la calidad de los primeros auxilios recibidos. La Ley 31/95, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, marca como obligación el análisis de las posibles situaciones
de emergencia en la empresa, así como la adopción de las medidas necesarias en materia de primeros auxilios.
Se entiende por Primeros Auxilios el conjunto de actuaciones y técnicas que permiten la atención inmediata de un accidentado hasta que llega la asistencia médica profesional, a fin de que las lesiones que ha sufrido no empeoren. Existen 10 consideraciones que se deben tener en cuenta, siempre, como actitud a mantener ante los accidentes.
El asumir estos consejos nos permitirá evitar cometer los errores más habituales en la atención de accidentados y, con ello, conseguir no agravar las lesiones de los mismos.
Conservar la calma
No perder los nervios es básico para poder actuar de forma correcta, evitando errores irremedia bles. Evitar aglomeraciones que puedan entorpecer la actuación del socorrista.
Saber imponerse
Es preciso hacerse cargo de la situación y dirigir la organización de recursos y la posterior evacuación del herido.
No mover.
Como norma básica y elemental no se debe mover a nadie que haya sufrido un accidente hasta estar seguro de que se pueden realizar movimientos sin riesgo de empeorar las lesiones ya existentes. No obstante, existen situaciones en las que la movilización debe ser inmediata: cuando las condiciones ambientales así lo exijan o bien cuando se debe realizar la maniobra de reanimación cardiopulmonar.
Examinar al herido.
Se debe efectuar una evaluación primaria, que consistirá en determinar aquellas situaciones en que exista la posibilidad de la pérdida de la vida de forma inmediata. Posteriormente, se procederá a realizar la evaluación secundaria o, lo que es lo mismo, controlar aquellas lesiones que pueden esperar la llegada de los servicios profesionalizados.
Tranquilizar al herido.
Los accidentados suelen estar asustados, desconocen las lesiones que sufren y necesitan a alguien en quien confiar en esos momentos. Es función del socorrista ofrecer esa confianza y mejorar el estado anímico del lesionado.
Mantener al herido caliente.
Cuando el organismo humano recibe una lesión, se activan los mecanismos de autodefensa implicando, en muchas ocasiones, la pérdida de calor corporal. Esta situación se acentúa cuando existe pérdida de sangre, ya que una de las funciones de ésta es la de mantener la temperatura interna del cuerpo.
Avisar a personal sanitario.
Este consejo se traduce como la necesidad de pedir ayuda con rapidez, a fin de establecer un tratamiento médico lo más precozmente posible.
Traslado adecuado.
Es importante acabar con la práctica habitual de la evacuación en coche particular, ya que si la lesión es vital no se puede trasladar y se debe atender “in situ», y si la lesión no es vital, quiere decir que puede esperar la llegada de un vehículo debidamente acondicionado.
No medicar.
Esta facultad es exclusiva del médico.
ACTIVACIÓN DEL SISTEMA DE EMERGENCIA: P.A.S
En cualquier accidente debemos ACTIVAR EL SISTEMA DE EMERGENCIA. Para ello recordaremos la palabra P.A.S., que está formada por las iniciales de tres actuaciones secuencia les para empezar a atender al accidentado.
Antes de actuar, hemos de tener la seguridad de que tanto el accidentado como nosotros mismos estamos fuera de todo peligro. Por ejemplo, no atenderemos a un electrocutado sin antes desco nectar la corriente causante del accidente, pues de lo contrario nos accidentaríamos nosotros también. Siempre que sea posible daremos aviso a los servicios sanitarios de la empresa o exteriores (112 – 061 – 091 – 092) y por el método más rápido, de la existencia del accidente, activando así el Sistema de Emergencia, para inmediatamente empezar a socorrer en espera de ayuda.
Hay que indicar siempre:
- Lugar y tipo del accidente.
- Número de heridos.
- Identificación de la persona que llama, ya que las llamadas anónimas inspiran desconfianza. • No abandonar nunca la comunicación hasta que nos lo digan.
Si estamos solos, lo primero es socorrer a las víctimas intentando avisar lo antes posible. Una vez nos hemos protegido y avisado, procederemos a evaluar el estado del lesionado.
La “A” de Avisar
La “P” de Proteger
La “S” de Socorrer Manual de Primeros Auxilios
La evaluación se realiza en el lugar de los hechos con el fin de establecer prioridades y adoptar las medidas necesarias en cada caso. Consta de dos pasos:
VALORACIÓN PRIMARIA: Su objetivo es identificar las situaciones que suponen una amena za para la vida. Para ello observaremos, siempre por este orden:
- El ESTADO DE CONSCIENCIA
- LA RESPIRACIÓN
- LA CIRCULACIÓN SANGUÍNEA (PULSO)
- LA EXISTENCIA DE HEMORRAGIAS
VALORACIÓN SECUNDARIA: Una vez superada la valoración primaria nos ocuparemos del resto de las lesiones.
CABEZA:
- Buscar heridas y contusiones en cuero cabelludo y cara.
- Salida de sangre por nariz, boca y oídos.
- Lesiones en los ojos.
- Aspecto de la cara (piel fría, pálida, sudorosa).
CUELLO:
- Tomar el pulso carotídeo durante un minuto.
- Aflojar las prendas ajustadas.
TÓRAX:
- Heridas.
- Dolor y dificultad al respirar.
ABDOMEN:
- Heridas.
- Muy duro o muy depresible al tacto.
- Dolor.
EXTREMIDADES:
- Examinar brazos y piernas en busca de heridas y deformidades.
- Valorar la sensibilidad para descartar lesiones en la médula.